17 de mayo de 2018

EN UNA CHISPA



Ayer me preguntaron por ti y no supe qué decirles.

Yo no te dudo y aquí te desespero, pero por mucho que les diga, rayita en el agua, uñita blanca y flor de la saliva, como mucho.

A lo mejor me estoy pasando al seguir contando con tus pesares mientras te suspiro. Y también cuando te miro a la cara.

A lo mejor quién sabe si ya me tendrías el gusto, la sonrisa en su temperatura del abrazo, del desnudo, la confianza, ven conmigo para mentarnos de una vez frente a frente. O por lo menos a mi lado.

Lo digo porque el calor va avanzando, el barro está seco, la yerba alta, y siempre me has parecido alarmante de guapa.

Más que nada, lo digo porque iba yo pensando hoy que vaya estupidez redonda la vida algunas veces, y seguido, que en ésas no sería de justicia ponerme a que me quieras. No. No lo sería. Pero hay que ver lo que puede llegar a conseguir una sonrisa con dos simples trozos de carne, uno al lado del otro.

Es que iba yo por la calle con verdaderas ganas de desaparecer del todo, y oye: a lo mejor amarte es mi merecido, para lo bueno y para lo malo, me estaba yo diciendo. Y no tengo cuerpo de darle la espalda a los memes estúpidos que John Lennon escribió sin querer en alguna playa, en su momento, puesto hasta los ojos de cartoncillos de colores.

Lo que sí te digo es que estoy cansado de guerras estériles. De darme a una casa con banderas en la puerta. Y si está visto que nadie va a morirse por mí, yo no voy a ponerle más poesía ni épica a esa mierda. La gente es mucho más lista que yo, al parecer, desde los tiempos del instituto.

Así que iba yo más bien cansado de tanto dar de mí para nadie, cuando he visto

a tu hija
a tu perro
me parece, seguramente,

y entonces me he preguntado tan en serio por qué no supe qué decirles, cuando ayer me preguntaron por ti.


Jag.
6_5_18

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