28 de abril de 2018

NIÑA PARKER

Ay, todo eso que tú sabes, lo que de pronto paf, y ya está ¿te has dado cuenta? Me pregunté qué tal estás, dime quién seres, por favor si quieres, mientras te vi, de lejos esta tarde, con tu trenza fina. Qué sola me pareces de repente, cuando te pienso ahora, tan siempre en tu trabajo, de trajín con tanta gente.

Una sonrisa se me escapa siempre siempre, al volver la cabeza, cuando sigo andando y vuelvo a quedarme solo, mientras te imagino algo, no sé, cómo me serías sorprendida estupefacta por ejemplo, o cómo se te pondrían los ojos de incomprensión conmigo, y también de amargor desaliento, también, niña del abrazo distante, por incluir todas esas cosas que tú sabes, las que de pronto paf, y ya está ¿te has dado cuenta? también cómo se te pondrían conmigo las manos de ganas, y la dureza ternez en la islita morena de cada uno de tus pechos, y las piernas de lascivia, no creas, que hambre no me falta, ni en albores ni en postrimerías, ya ves qué tonterías a estas horas. Ya ves las cosas que llegan a ocurrírseme contigo tan sólo por verte en tu sitio normal a la hora acostumbrada, sin darle un rodeo a nada ni perfumarte la flor especialmente: palabras, líquidos, esperanzas infundadas se me ocurren por un abrazo lento que te diera para siempre sin pensar en qué decirte, mientras un himno solemne sale de un cuerno inglés, y sentirme bien fundido en ti sin palabra ni juramento, sin arrepentimiento que atraviese los años de bruma. Y rítmicos cordiales resuellos de alma vagabunda.

Siempre siempre esa sonrisa que se me escapa cuando ya no me ves. A mí, a mí, que perdí para siempre la fuerza de salir a la calle sonriendo a todo el mundo, poniendo en la cajita del corazón de cada niña bella la posibilidad peregrina de hacer un nido o un hogar, un cobijo, un refugio, una marquesina provisional para la que está cayendo en esta vida sin piedad. Ya ves, las cosas que me pasan por dentro sin que tú eches cuenta de nada.

Y mueran las cifras, descansen las palabras, al paso del innombrable.

Quizá no estoy tan accesible para nadie, en estos momentos. Quizá ya estoy demasiado cansado de la gente que se emboba con el canto de los pájaros que se marchitan en sus jaulas. Yo cada vez sé menos, ay, infierno dulce que me consumiera en tu abrazo, para qué voy a engañarte. Yo cada vez tengo menos sitio en el alma para nadie. Quizá tan sólo boqueo mis ganas en un emperramiento como el tuyo, y desmorónense antiguos palacios de azúcar. Y me pregunto, mira que si pudieras encontrarme algo, así de lejos, mira que si la vida fuese una explosión de jacintos por dentro tuyo mientras decías tanto gusto, o buenos días, o tan sólo gracias simplemente, y yo no me había enterado, de tan pendiente, ay, niña de la flor callada. Mas tengo que tender la lengua en su celda de carne, pues están chirriando la puertas de los negocios y se está tímidamente despertando el firmamento halógeno. Te irás, libre como una polilla cansada, a posarte de mí tan lejos.

Yo sé que te va a ocurrir el amor en alguna parte. Las manos van a hacer su papel en el corazón, y se abrirán las aguas y se correrán las cortinas. Y lo harás tú, y la fe y la inconsciencia y la luz de la voluntad de tantos otros. Yo lo sé. Y volarán los papeles y en cualquier caso, yo seguiré diciendo sigue soñando. Y haré trajes de lágrimas de lujo, y banderas con mis libros.

Yo tan sólo quería decirte no te olvido, tan pequeña, y ya me duele de tanto que a mi pecho te apretaría. A veces pienso todo está perdido. Lo pienso para mí, mientras intento festejar y dejar lo mejor que pueda para los niños. Pero luego, luego siempre respiro un poco, y sé que soy una semilla que nunca muere. Y te pienso sin rodeos, y me sale ay, todo eso que tú sabes, lo que de pronto paf, y ya está ¿te has dado cuenta? Y te digo, qué tal estás, quién eres, por favor si quieres, dime, qué sola me pareces de repente, tan siempre en tu trabajo, de trajín con tanta gente. Y me sale mírame que siempre te tengo algo. Que siempre te lo quiero dar todo. Me sale fíjate qué hermoso es el bolígrafo que compré cuando se rompió mi padre. Mira qué bonito y qué valiente va proclamando su color ahora mismo, mientras se va muriendo la luz de la tarde.


Jag.
27_4_18
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