8 de enero de 2018

SINRAZÓN DEL CANTOR


Yo no sé qué son las palabras que te canto. Yo no sé si poema, si explicación, para ti, para mi, de por qué, de cuánto, desde qué, desde cuándo, de sobre cómo y para qué. Pero sin razón te he visto, y sin razón se me abre el grifo, y con esa música acompaño este haber nacido al vivirte atento.
He escuchado por ahí que de lo que abunda el corazón, hable la boca. De cualquier modo, hable de lo que hable, haga o no haga, coma o no coma, en la tempestad, en la primavera, en la luz de la verdad, en el misterio, todo lo tengo lleno de ti.
Yo no quiero nada apresurado.
En algún momento sabrás que vivo unos tiempos de muerte. Tiempos de saber que, sin reírle las gracias, tampoco hay que enfrentarse a ella. Yo pienso que más bien será, como con todo, brindarle su respeto, estás aquí, te he visto, la casa la tengo hecha un desastre, te acompaño en la visita, te acompaño hasta la puerta cuando tengas la bondad de marcharte.
Y por acompañar a la muerte, no se me ocurre otra cosa que caer en la cuenta de cuánta vida. Y tú estabas ahí, tan cerca desde siempre, ahí tan de lleno en lo que siempre he querido, tan bonita en lo que se te ve, tan precioso para mí lo que escondes. Tu luz tan pequeña, con tanto calor guardado. Y tanto silencio que canta la vocecita que sale de tu tormenta. Y de pronto tanta vida, niña. Y por tanta sinrazón, mujer sin conocerte, ya te amo.
Escuché también de un soldado la nobleza. Que no hay que ayudar tan símplemente a la muerte, sino perseguir y celebrar la victoria. Y también en eso estabas tú. A saber en qué estarás pensando cuando tu corazón se viste de diario. A saber si no tendrás asignados los alientos en amores que no conozco. Si no serán para mí los vinos espumantes de tus tiempos de gozo. Aún así, en ese debatirme mano a mano con lo incierto, porque amar no se trata de vencer, hasta en ese perder yo te amo.
Porque es nobleza más allá de los soldados. Ya vinimos a este mundo con la señal de los derrotados. Nacemos, empezamos a caer y qué nos queda. La victoria es un momento, la derrota una semilla que tarda. Y amar es vivir en el fuego. Arder y consumirme, hasta el último día, amando lo que amo.
Y si todos los días hasta ése último son de frío, con mi sólo arder yo te amo.
Llueve. Estarás trabajando.
Tan callado, sin que lo sepas, he nacido para ti. Y te acompaño. Te hago lo mejor que puedo, con hambre y sin peso, sabiendo tanto de eso que en mi corazón abunda, infeliz como un pájaro que canta, llameante como un campanario, asomándose a mi boca, poniéndose en mis letras, mientras llega el día venturoso en que por ti sepa de ti que algo bueno me encuentras y lo quieres.
Para mientras, porque Dios nos juega y la Ciencia se equivoca, mi corazón no tiene cosa mejor que mirarte y seguir la sinrazón del cantor. Y sólo porque te amo, te amo.
Jag.
8_1_18


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario