8 de diciembre de 2017

ÁNGELES

Ella me habló de su primer ángel.

De cuando siempre quiso dedicarse a la música.

Me preguntó qué haces por aquí. Y yo no supe o no le dije o no me acuerdo, pero lo entendió perfectamente.

Ella me dijo que volvió por su segundo ángel. Me dijo tú lo conoces, es de nuestros tiempos malotes.

Me dijo que tenía que estar tranquilo.

Me dijo en su idioma que todo va al tran tran.

Y yo estuve de acuerdo, aunque la vida me está comiendo los nervios, le dije.

Yo venía cargado con bolsas de fruta y el corazón rebosando.

Ella me dijo que las cosas pasan porque las cosas te necesitan. Es verdad.

Yo le dije que su tercer ángel es un buen tío. Y su especie de tristeza resignada dibujó una caricia en los labios.

Dijo que las cosas son sabias. Y que también son comprensivas, con el tiempo te van dejando saber para qué sirvió lo ocurrido.

Sí. A veces la vida se raja por donde tiene que salir el aire. O por donde te tiene que entrar la luz.

Ella me dijo que estamos en lugares y personas inesperados porque formamos parte de cosas que tienen que pasar.

(Al mismo tiempo, yo estaba jugando con su cuarto ángel. Me preguntaba un número del uno al diez, si hombre si mujer, si hermano, amigo, novia o enemigo. Y algo gané).

Le dije a ella que a veces estás en los sitios para que pase algo que no te va a pasar a ti.

Ella me dio la razón. Nos despedimos.

. . .

Me fui lleno de amor hacia casa. Porque de pronto parece que han venido a hablarme cinco ángeles, y porque estoy aquí, en esta época desquiciada e inexplicable, y te pienso todo el día.

Yo no sé casi nunca qué estoy haciendo, y tengo completamente desorientado el sentido de dónde debo poner mi interés. A veces pienso que ya se me han ido la posibilidad de la brillantez y las fuerzas. Para seguir, para permanecer y para renovarme.

Pero pienso que te amo, porque te miro y hay algo maravilloso que está como respirando y oculto en mitad de lo oscuro. Y a pesar de sentirme vacío y perdido, yo te lo quiero dar todo. Y no tengo momento para pensar en que reciba algo de ti. Como que no me hace falta. Aunque luego vaya siempre especulando con cómo será que tú quieras hacer por verme y por hablarme (fantaseo con que estoy sentado en algún lugar, y tú me pides un auricular para escuchar juntos una misma canción).

Y todo es un contrasentido. Siempre me pongo a pensar que porque tú y yo somos tan diferentes, podemos tener alguna posibilidad para la armonía.

Yo no sé a qué parajes me conduce todo esto. Pero después de hablar con ella, de pronto me descubro sereno y entregado.

Porque estoy aquí, y cuando te veo, yo te doy mi sonrisa. Y todo está bien.

Jag.
8_12_17


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