29 de septiembre de 2017

Y qué le digo.


A veces esa ciega honestidad,
es que lo siento,
es que lo creo.
A veces esa honestidad niña herida,
honestidad limpia y tonta,
es lo que quiero, honestidad
del capricho por una
desnuda verdad sin más allá
que penará de hambre y de frío.
La honestidad de la sinceridad
sin rienda, como debe ser,
sin miramiento
por cómo ser pudiera.
A veces, ay,
te tengo delante,
cuánto te amo
y cuánto desde mi honestidad
que no lo sabe decir
más que al viento
cuando estoy solo
aquí abajo encerrado.
A veces, ay,
cuánto te amo y qué lejos
mi rayo de sol en la puerta,
qué lejos mi abrazo comprensivo,
qué lejos mi beso acogedor.
Y cuánto de este calor malvivo,
tan callado, desperdicio.
A veces esa honestidad niña tonta,
es lo que siento,
es lo que creo,
es lo que amo,
y tengo que dejar de mirarte,
y que no haya más palabras,
si no lo he de sostener
profundo extenso
intenso prolongado.
Es siempre y es ahora mismo,
ay, honestidad,
mi tonta querida limpia
blanca niña inalcanzable.
A veces enardecido,
tan sólo honestidad y ay,
qué le digo.
Porque él tenía toda la razón.
Honestidad blanca
linda niña,
cállate la boca.
Honestidad
no la sigas,
si después de tu palabra
no la puedes mantener.
Jag.
29_9_17


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