Estás asentada con las dos piernas en la vida práctica, en lo tangible y
accesible del presente concreto, que por lo visto se te acumula, y yo no
consigo sacarte de ahí.
Ya no espero nada de ti
Ya tengo asimilada esa destensada desesperación del despedirme de la
posibilidad de magias que vengan a favorecernos, de tu falta de fe para
ayudarme a construir los sucesos pertinentes, los que nos posibiliten como un
amor.
Ya no espero nada de ti
No tienes fuerza para las decisiones que necesitamos. Y yo no puedo
solo, y te quedas muda e inmóvil, viendo cómo el presente nos pasa y nos ahoga,
sin que le pongamos a la contra una sola ilusión, un solo desafío.
Ya no espero nada de ti
No te desnudarás los ropajes de tu día normal por encontrar tu perfume
con el mío. A mi solicitud la mantienes pendiente de eufemismos. Mientras veo
cómo desperdicias en vanidad y orgullo las preciosas fuerzas de lo
extraordinario, las que todos tenemos para pedir a la vida lo que no tenemos,
lo que para sobrellevar lo inexplicable tú y yo necesitamos.
Ya no espero nada de ti
Me dices que no me vaya, pero tu corazón es frío como los mares
revueltos que nos separan. Y sólo me ofreces amplitud para la soledad,
profundidad para lo oscuro. Y esa liviandad salina de tus ojos de pescado, en
mitad del mercado en que te mantienes.
Qué lejos nos va quedando una casa nuestra, de risas, de sudores y
abrazos. Y yo me muero y abandono en la sombra alargada de tus carcamales de
paso. Ya rompí las estatuas, y arrojé fuera, sus trozos, de los templos, y aún
así, después de eso, te amo. Pero sólo sobrevivirán mis ganas, pues igual que
no hay pasos de un pie, tampoco hay amor de una mano.
La luz de los ojos de mi corazón declina y palidece. Pues ante ti lo
mejor he postrado, y te he dicho cuanto soy, y tan desnudo e indefenso te lo
ofrezco. Y ni con mi mayor tesoro consigo sacarte de ahí.
Y me malvivo y desespero, vacío de tu verbo, huérfano de tus carnes,
aferrándome tonto inocente a las siete vidas de este amor garabato.
Jag.
17_3_17
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