9 de enero de 2017

Soy empático, y esto va a ser un desastre.


A ver, en un plano estrictamente visual, todo empezó cuando acabé de mear a oscuras. Me lavé las manos con la luz que entraba por la puerta entreabierta del váter. Me esperaban fuera y tuve que cruzar entre la gente del bar sin pararme.
Ya estaba mucho más tranquilo, y la música me pareció agradable. La temperatura era cálida, y todo el espacio estaba ocupado de formas curvas con colores claros, y nos sorteábamos amablemente sonriendo, al ritmo de la musiquita. Todo era divertido y como muy pavo. Todo amable y acompasado.
Al salir al callejón, ya de entrada la noche estaba fría del carajo. Y no sólo había desaparecido la música: todo el mundo hablaba en voz alta a la vez, y para llegar adonde hablaba con Larry, tenía que sortear un sinfín de bloques rectos e inmóviles, de formas oscuras y despiadadamente verticales. Todo era duro, caótico, ruidoso y frío.
Oye, la energía para seguir con ganas de apostar por seguir vivo estaba dentro con diferencia. Si uno fuera un bobo delicioso, sin ataderos afectivos ni sociales, y pudiera entregarse plenamente al dictado de los instintos, la naturaleza le sugeriría volver a entrar al bar, claramente.
Tan sólo la excepción de una chica que vestía suéter blanco. Era toda la luz que yo veía allí fuera. Cuando ella volvió adentro, en el fondo de la calle hubo una pelea.
Jag.
31_12_16


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