14 de diciembre de 2016

Mamá


Lo mejor es siempre parecer pequeño. Dejar abierta una pista de que siempre hay algo que hacer por ti. Mamá lleva la carga de todo, y es el sostén y el espíritu. Mamá se ofrece como plato y cocina del amor, sabiendo que su momento de comer será cuando ya todo esté revuelto y frío y rotos los adornos. Mamá pare con dolor, y con ese dolor convaleciente, teta y teta y alegría. Todo crece y más teta y más dolor, porque todo lo que crece, con alegría y dolor se despega. Mamá está siempre tan sola en eso. Mamá tan sola, lleva las cuentas. Mamá sabe lo que hay que poner, los ovarios paren y siguen, y saben lo que falta. Y dolor y alegría, mamá sabe que con ovarios todo llega. Sabe más que nadie de lo injusto de todo esto, de las barbaridades que del amor se esperan. Pero teta y teta, los ovarios siguen, y saben de las luchas. Mamá no tiene costuras. Mamá no se rompe, porque todo lo que nació hijo siempre quiere teta. El desaliento no viene a cuento y no se estila su tristeza. Y lágrima y disimulo, entereza y alegría, y que salgan las cuentas. La satisfacción de que todo acaba sonriendo. Y antes de que todo esté frío, marchitando, casi en retirada, lo que con leche hizo, se va lejos lejos para siempre, soltando amor por los poros, dejando el mundo perdido de sal de los ovarios, que todo eso riegue y sirva, con alegría, para poblar la tierra.
Jag.
9_12_16


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