14 de diciembre de 2016

DOS MIEDOS


1. Llamar a la puerta y que detrás no haya casa.
2. Que pregunten quién es y no saber contestar.
Todo miedo, a veces. Todo templado y sin gusto y sin audacia. Y derramada naturalidad de la sangre. Hambre del vello.
A veces todo se levanta cansado para volver a preguntar, para volver a poner flores en la vida, a veces, demasiado cansados para vivirnos, para ir puerta por puerta a decirles a las semillas que tienen esperando el amor que les corresponde por el ejercicio obligado de habitar la tierra. A veces. Se impone el doloroso cansancio de mirar en todas las almas, a veces. Y de dejar, por si acaso, algo de aliento cerca de quien hace simple ademán de abrir los brazos.
A veces, demasiado extensas tus manos abiertas. A veces pediría asuntos propios del vivir. Acariciarte con un beso tonto, y una risa floja y mudarme a todos los lugares de tu mundo. Yo lo veo tan sencillo. Pero
a veces ola que no llega. Exasperante silencio en la tormenta. Viento salvaje que no encuentra casa. Callados murmullos de resurrección en los corazones. Veladas miradas de niebla en la nada, siempre a veces.
Muéstrame tu dolor, te diría, de haber sido el de siempre. Te comprendo y te etcétera de sin tu alma no puedo vivir, te estará diciendo esteaquel. Y cabalguemos juntos el espanto.
Y a pesar de todo, alguien nos quiere vivos.
Tú y yo tan incompletos, cañaveral vencido.
Tú y yo, rizoma escondido, matemática sin axioma, latiendo bajo la riada.
Tú y yo, y dos miedos orbitando. Y algo se está equivocando, en el horizonte nervioso. Y todo emoción en la bruma, y música que no sabemos, hasta que un horrible resplandor nos despierte.
Y tú y yo. Y tanto frío.
Jag.
1_12_16


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