4 de noviembre de 2016

ESTA LUZ.

Me acaban de pegar una hostia,
la socia está enferma y no hay helado.
¿Pero
qué clase de casa es ésta?
...
Estoy muy poco entusiasmado para escribir esto.
Quizá decir que te quiero y ya está. Y que quede claro, de alguna manera fácil y sin postureo, que ese amor es más normal y más profundo que todo lo que se lee o escribe. No sé. Estoy cansado.
Que lo que se siente es un chispazo incontenible de dentro a fuera y lo que uno escribe, pues no siempre.
Que te quiero naturalmente y que tienes tu lugar en mi mundo. Que eso va más allá de lo que uno escribe y que ese hecho puntual es muchísimo más que las cosas en las que uno cree, pues están hechas, a fin de cuentas, de lo que te van contando y te vas encontrando, y vete tú a saber a qué llegas con tus creencias. Sí, qué bonito el amor como sujeto, protagonista de tantos y tantos libros, pero en la vida real el amor es un verbo, y se hace. Y en la vida práctica sólo existe a base de hechos consumados. Eso es lo que hay. Eso es lo justo y lo necesario.
Algunas veces todo es sencillo y frágil. Algunas veces todo es tan imposible que da risa. Y al momento siguiente llegan las pistas como una línea punteada, y me enerva que la vida sean letritas salpicadas para que tú vayas completando la frase. Y vacas sagradas, y bicicletas de vegano, y másters feministas, y mindundis new age, y funcionarios emocionales y mindfulners empadronados en Goa, todos ahí, tan bien puestos, asomados y gritando:
-Acepta
-Escúchate
-Fluye
-Canaliza tu emoción.
Los cojones. El amor se desperdicia porque hemos nacido imbéciles y orgullosos. Te amo, pero no se estila. Te amo, pero estás en el momento tal y yo no estoy en disposición. Te amo pero ni tú ni yo entendemos la situación, porque yo te dije pero tú entendiste, y yo venía de algún estado o lugar a mi ritmo, mientras tú te obstinabas por llegar a resolver tal.
Y qué piel más suave, y qué risa tan bonita en tu mente de carbón.
Y cada cual, en su canción, viniendo a decir estoy aquí. Estoy aquí. 
Y sólo me importas tú.
Y aquí y allá, tu lugar en el mundo. Tu espacio en mi vida. El foco que ponga cada cual es ahora. Y quizá, mientras el sol se filtra entre los huecos de un limonero, pues hay tantos que naufragan en el mar, con sus sueños, sus pobres enseres, despiadados temores.
Y todo aquí, indefinible y poderoso. Inaprensible y sólido, de belleza y amargura.
Te quiero y ya nos lo hemos dicho cuando no lo sabíamos. Cuando no estábamos preparados. Cuando no nos importaba. Y quizá tú y yo tenemos un sentido compartido en tiempos distantes. Y no sabemos o no queremos.
Quizá no queremos entender que un río es algo que siempre se está derramando.
Entonces, dime tú quiénes somos para enorgullecernos, para sentirnos firmes aspirantes a encontrar las palabras adecuadas. Quién, entre tú y yo, sabrá ver en toda su dimensión lo que nos mantenía propios y dispersos, distantes y tocados.
Quizá no tengo fuerzas para elegir ni renunciar. Quizá, en mí y en todo lo que existe, demasiado cuerpo desalmado.
Quizá, con todas mis fuerzas, abstenerme de sentir, que en la vida ha habido, o está por llegar el momento mejor, en que al mismo tiempo nos despedimos y nos celebramos.
Quizá renuncio a estar preparado. Y te siento en mí, y no hago nada.
Como la belleza de esta luz de la tarde, que da todo lo que es, sin mensaje, mientras se apaga lentamente, con el día que nunca ha de volver.

Jag.
22_10_16


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario