29 de agosto de 2016

CLASES


Soy un privilegiado.
Soy nieto de un señalado. Me compraron un balón, pero casi siempre acababa de portero. El día que me lo rompieron, el Primo me partió la boca, y mientras me curaba, mi madre me regañó por decir una palabrota. Pero soy un privilegiado.
Soy parte de una generación perdida y excepcional, que creyó en la democracia, confió en la argumentación y estudió con beca. Soy un privilegiado.
Me creí lo del progreso y la renovación, hasta que Alaska se pasó al Acid House y se impuso el gotelé y otras modas de Francia. Mi mejor amigo se enganchó, pero el más echao palante se murió de infarto.
Me han intentado colar la autoridad con gritos, con cantidades, con votos y con mayúsculas. Pero mi autoridad va a ser en silencio, en este cuaderno, haciendo algo gratis, o no será. Yo soy un privilegiado.
El mundo está hecho a medida de los nietos de quienes prosperaron poniendo alcanfor de más, tornillos, machaquito y trementina de menos. Da igual, en esta vida de agua caliente y ducha fría, yo doy mis pasos de grandeza austera a la sombra de su mediocridad. Yo soy un privilegiado. Carne magra para su ilusión de imperio, y árboles autóctonos, que crecen lento y caen dando leña majestad.
La inteligencia la dejaron grave, pero boqueando escapó. Condecoran a la virgen y nadie se ríe. Unos por tristeza y otros por devoción. Yo soy un privilegiado.
Lucho con lo que tengo y vivo de la alegría que me gano. Mi corazón es mi objetivo, y una dignidad íntima, sencilla, me colma de fuerzas y razones para ponerme frente a frente a todo lo que amo.
Soy un privilegiado y siempre estoy ocupado. Construyo una máquina de combate que no pita en la aduana. Es una conmoción acogedora, incomprensible, para que la use la gente.
Un privilegiado. Mi sola conciencia esgrimo, construyendo a mano mi ventana para el mundo.
Jag.
27_8_16


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario