17 de febrero de 2016

La cara que tú me ves,

es la cara de mi trabajo de siempre. La cara de andar cruzando alegremente encrucijadas, tempestades del Ser, e ir sintiendo aún en la negrura que por dentro, una pequeña llama de luz y de calor, escondida, persistente, claridad de llamarada y fulgor regenerador de la verdad promete.

La cara que tú me ves viene a ser la cara del amor a toda costa. Sí, ése que no vemos, pero que siempre está en camino para salvarnos. Es la cara del paseo neblinoso que tantea inseguro hacia el destino ineludible del amar aún ninguneado, malvestido, incomprensible y desperdiciado; es la cara del pertrecharse malamente para la vida corriente, y amar aún cuando encaras frente a frente que la Verdad y el Amor se dan frecuentemente la mano para irse con imbéciles de picos pardos. La cara de un desayuno en el que solo reciben besos los gatos.

La cara que tú me ves es la de amar aún cuando el espejo se torna contendiente, y carga de colmillo la sonrisa, y metaliza la compaña. Es la cara ésa que tú me ves, la del amar de corazón seco y saliva de emergencia, el amar del qué nos queda, del dame lo que tengas mientras se nos acaba la primavera, del ya comprenderás cuando me salga del coño la hondura de la laxitud emocional que te tengo, tú espera ten paciencia y no te vayas que me has pillado en un momento raro. Es la cara mía del comprende que no estoy en el amor TODAVÍA, pero estoy entrando poco a poco, tú espera eternamente fuera a que salga a fumarme un cigarro, pues parece que me tardan en salir en dulcísima barbaridad las escasas palabras de mi boca, ya te digo, si eso yo te llamo.

La cara que tú me ves es la del confórmate con la propabilidad de los resbalones de mis labios, la del calor que te inventes y la de la hermosa abstracción de un abrazo de paso.

La cara que tú me ves es de color cuánto vales y qué maravilla eres mientras quedo con él de vez en cuando. Y cuánto te quiero cuando no estás delante, y es la primera vez que me pasa, y a veces das miedo, y con tu intensidad buf no puedo, y por si me rindo mantente el ojete depilado, que mira que Cortázar, no vaya a ser que.

Ay, ay, si tú supieras de la alegre violencia del sincerillo ardor que,
tengo,
guardado,
para ti,
amor,
ay, amor,
si tú supieras,
si tú,
me comprendieras cuánto y cómo,
si tú me entendieras cuándo, y el qué,
el porqué de la manta que tengo encima,  y pasando a la carrera andando,
yo me tiro porque me toca, lindo caserío que soy de buen comer y perdón disculpa lo que te dije y quedó por escrito en ese momento que no sé, y la deducción no vale, y no te pincho ni te miro porque no me sale, y en libertad ya tengo pulpos aceptados como compañía, enganchados en el vivillo, en el bies, que estoy cubierta, que lo sepas, del derecho y del revés.

Esta, esta cara que tú me ves es la de mi trabajo de siempre, la cara de amar sobre todo cuando nadie mira, esa cara boba de sopa de letras para todos, aunque no hay carne para tres. La cara esa, la de ir respetando el amor por lo insulso y ponerle cara a la pelea contra la estupidez, contra la tuya y la mía, la mezquindad hediondez sin claudicar ante lo convenido, la bajuna majestad de la medianía, y tragarme el sentido de vivir en la pelea sin cronómetro del más solo que la una y te bajo la luna sin la falsa moneda del oro y del moro. Y lo hartito que estoy de doler.

Esta, esta cara que tú me ves ya no pelea por tu boca ni besa tu foto del baño. Esta cara que ensayaba lo junto, ha perdido a los puntos en desordenada caótica desbandada por la absurda carcajada de una unión que no unía. Ya me ves. Esta cara, olvidada su hambre y su sed, es la de limpiar pegamento barato, de quitar la pelusa del velcro del chino, la cremallera mellada, el botón que te falta, el nudo que no ata y rodilleras por si las debilidades de mi ser. Esa cara que te tengo, ya me la ves,  de orgulloso y prisionero, adalid peregrino, delfín descastado, cabalgando por los campos del azar o del destino, sorteando amores de poca monta, felicidades de película, adhesiones de nivel tatuaje mal borrado, sorteando mierdas del enemigo entre el fragor de la batalla, y en los cascos, los rudos ecos de my heart still belongs to you, por todas partes, olores, sabores de otro que se me agarran, ardores y resabios que traías en los bolsillos en la piel.

Esta, esta es, la cara que me ves, y se te vicia el flequillo por los nervios, por el frío, por la ansiedad de las fiestas de antes, es mi cara descompuesta y sin horizonte, la de haberte amado sin registro, sin respuesta de la era verdadera, la de amarte aún después del pin, pón, fuera, amarte poniéndote a mi favor aún en mi pesar, confiar malamente, respirar ahogado, decidir por cansado y morder al aire inútil sabiendo que se han ido tus labios.

Esta es mi cara aún cuando te vayas. La cara mía de siempre, la de amar cuando hablas y estás ausente, amar aún cuando el amor no está en ello. Ya ves, qué tonta posición la mía, amar por si me pilla la llamarada del consumirse definitivo, no vaya a ser que me encuentre frío en el desentreno, definitivamente mal ejemplo para niñas y niños de lo que vive y muere en blanco y negro.

Esta, esta cara que te tengo mientras te alejas.La de amar con toda la vida y con toda la queja amar, y saltos de la decepción al ninguneo y que el dolor no me pueda, y que el resultado no me marchite, y amar al amor por encima por debajo, y estar con el amor de lado del todo, y seguir así, tontamente hasta mi fin la cantinela.

Esta, esta cara que tú me ves es la de hacerle sitio al amor que me viene, olvidar en lo posible lo que ni en bandeja de gata me sabe querer.

Es la cara que tengo, la que tengo que mantener, porque es la de mi trabajo de siempre, la de caminar sin maquillaje ni andamio por este mundo con las cartas marcadas, la cara mejor que de corazón en la vida este hombre puede poner sin faltar al honor de la hondura de su piel. Ésa, esa es la cara de mi duelo levantando la barbilla, esa, esa es la cara mejor, mujer yo te lo explico, en la soledad ardiente del poema que me cura esa, esa es la cara que tú me ves.


Jag.
14_2_16


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