29 de julio de 2015

DESPIERTO, SUEÑO QUE

Despierto, sueño que, dormido, al despertar, los primeros que me reciben son tus ojos que me miran.

Sueño despierto que, tus ojos tendidos, llaneando entre las sábanas arrugadas, más allá de lo que consiguen ver unos ojos simplemente abiertos, sueño, digo, que tus ojos abiertos me sueñan, me preguntan, me esperan.

Duermevelándome mi sueño a la distancia del susurro, en los justos alcances del aliento, yo te sueño tus ojos especulándome improbables emulsiones de carne con espíritu. Y mientras, tus ojos mirando los míos que, sin tú saberlo, enfebrecen y te ansían.

Sin tú saber éso, sueño despierto que mientras duermo, despierta te preguntas, con ansia propia, qué guardan mis ojos cerrados, mientras miro hacia mi adentro.

(Nuestros ojos, hablando a nuestras espaldas, diciéndose y mira si yo a ti te quiero, válgame la soleá)

Despierto, sueño y añado esperanzado, que abandonada a tu respiración contenida, a la vuelta de la esquina de esa almohada de sueño que compartimos, te estás preguntando si no te estaré soñando a ti, mientras duermo.

Soñarme aunque sea flojito -te dices-, soñarme un poco, aunque silencioso inexplicable, incluso tímido pocacosa, pero soñarme -deseas, te dices mientras duermo, en mi sueño despierto.

Sí, despierto, te advierto, suelo tenerte sueños amables, comprensivos y redondos, y qué esperabas. Yo sueño que pones exactamente la misma ansia que te tengo en la respuesta que, mientras duermo, te guardo.

Entonces, imagino, compruebo, que también tienes, como yo, tu poco de ahogo y debatir en las entrañas, tu poco de andar el día nerviosa y no preguntar nunca nada.

Y te pienso tan lista para entender mi naturaleza, y eres tan pedernal de mi carne, tan frescor de viento olor suspiro hembra, que por dentro me recorres, y me ensanchas, y por qué no te quedas.

Ningún poema me va a guardar sitio en los rincones de tu cuerpo.

Ningún sueño edulcorado realizará estable un lado para tu ansia y la mía.

Y ahora estoy aquí, y estoy contigo, aunque duermo solo. Y es el tiempo de dormir y entregarse a lo que la sinrazón quiere, te pica, te rascas, y si no comes te mueres, venga, venga, vamos, vamos, vamos terminando el poema, que el amor es para hoy.

Me desperezo y te mido, durmiendo allá, en tu casa. Por momentos se me cansa el aliento de que el amor es suficiente.

No quiero que tú y yo sólo seamos mientras nos soñamos dormidos. Y tampoco soportaría despertar de una vez, y enfrentados nuestros ojos abiertos, saber crudamente que ni sueños me tienes.




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22 de julio de 2015

Me vine arriba

por un cachito sandía.
Con lo que vi después,
menos mal que no te dije nada.




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Aunque cansado, superado,

en parte,
por las facturas que me siguen llegando
por mis ingenuidades,
lo cierto, lo que no te puedo esconder,
es que me salió te quiero
a las primeras del todo.

Ya ves tú, me dije,
los elementos que tienes
para semejante conclusión. Pero cómo
taparme algo así, me dije además,
con vergüenza, con orgullo?

Ni me lo tapé ni lo saqué
al aire. A ese superar un miedo
no siempre le sucede
una alegría, y al valor
de mi ignorancia no se le engaña.

La vaga iluminación de quienes
lo tienen todo perdido, no me sabe
disfrazar más vivible el cansancio
por la épica de quienes lo han intentado. Y sí,
temeroso pero ofrecido, y allá la vida,
si se me ensaña.

Así, con esos ingredientes, con
esos deslengües deficiencias que
traigo de fábrica, desnudo
desasistido en mitad
de mi propio eco,
desde que te trato.

Y luego, apenas
masticando lo que te digo,
hermosa propiciadora, no creas
que no he tenido tiempo para la duda,
para acabar viéndome entregado
a la sinrazón,
a un dolor insípido.

Después
un día y otro, y cada uno
con su escrito, que es tuyo, aunque
también
tiempo de ponerlo todo del revés,
sentirme tontamente solo, y no tener otra
que preguntar hasta el fondo
si fuese posible saber,
si en algún recoveco de todo esto,
el querer que te decía,
tiene una llama
mínima de amor
que va a sostenerlo todo.

Oscuridades he pasado,
equivocaciones y despistes
que a los amaneceres se han rendido.

A mí me sale hoy
lo mismo que te digo,
y no entiendo ni hago más
que dejarme seguir.



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19 de julio de 2015

Es el presente.

Muerde,
y no preguntes tanto.




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La insistente pregunta,

qué puedo darte, que no te pese,
me vino recolocando el ventilador. Había
comido apresuradamente,
y por no explicarlo todo, decir que
el estómago estaba raro, los vecinos,
con su música de
quiero estar contigo, con su música
de pagar la hipoteca en una noche loca,
y luego por la boca, weeee,
los vecinos, digo,
con sus cancioncillas de diles
lo que nos queremos, anda, no vaya a ser
que al amor se le olviden
nuestros labios, aunque
pamientras
pum chac-chac,
pum chac-chac,
pum chac-chac,
pum,
PERREA (2 veces),
los vecinos,
te digo,
digamos, difíciles
de aguantar. Complicados
para negociar un camino
hacia la cordura. Y yo,
(.........)
ahogado de ruido, yo,
aventurando las casas
que puede levantar tu alma, yo
jugando al atrevido
me digo le hago un pan,
y que me mastique,
sin más,
me digo la amo sin plan,
mirando la casa
que le tengo en el corazón,
sin pensar demasiado
en el espacio indescriptible
entre lo deseado y lo mordido. Debajo
de todo ese emborronárseme
la pregunta, tú, al otro lado del poema, yo,
en este lado invisible de mi piel,
la pregunta preguntando,
eché mano al bolsillo
y el bolígrafo era rojo.

Mi vida no da en el blanco,
mi vida es el hueco de un bronce
que retañe, y no quiero poner
flores extra en tu vida, no sirvo
para cantar en los coros, me
derrito con tus cosas normales y tus labios,
bueno, tus labios, a saber si entre ellos
debaten acerca de mi
pasión desubicada, a saber
si se curvan sin embozo
por mi furor inoportuno. Tus labios,
en sus cosas,
mayormente remolones,
no me dicen la suerte,
no me dicen ni qué lástima,
ni qué diablos,
ni qué leches.

Me he escapado
a dar una vuelta y vienen
negras tempestades
para los tiempos venideros, me parece.
Todo está oliendo a cerrado,
a podrido, antigualla, me parece.

Ya no.
Ya no son suficientes
los colores las creencias. No basta
con saber el peso el color
de lo que siento. Es
el tiempo de las herramientas. El cielo
encuentro descontrolado en ramajos
que entorpecen
tu respiración y la mía.

Y aunque yo sé
que es un tiempo estupendo
para amarnos, también aspira
a imponernos lutos por nuestra alegría.

Están poniendo en peligro de muerte
algo tuyo y algo mío. La gente
sale cada vez
más movida en las fotos, y yo
tengo que dibujar un abrazo,
yo tengo que leer
para acercarme a lo justo, y no caer
en el pónteme de cara, corazón,
y agotemos lo sencillo.

Todo es urgente.
No me termino de responder qué
puedo dar, mi vida,
qué puedo dar que no te pese.

Dime qué podemos
llevar con nosotros, aunque nos manche
dime si yo puedo llevar ésto, en lo que creo,
a pesar de que tú y yo sabemos
que lo normal le duele.

Dime qué podemos necesitar.
Tenemos que levantar algo
que no sabemos,
algo
que todo el mundo esperanzado
anhela y comprende.




Gràcia_19_7_2015

16 de julio de 2015

(Versión 2)

A mis letras les exijo
desde que te pienso. Humildad
en el enardecerse, nobleza
dignidad en la caída,
en el andar perdido, audacia, tino,
decisión cirujana en la pregunta

tú quién eres
qué le pides a la vida, cuál
es tu apuesta, y así,

hacer lo posible por
mantener enfocada mi mirada
en la tuya. Yo,
me he dado cuenta
de que a veces,
el poema, en zapatillas, de que
a veces lo que te siento
me juega con candelas resbalones,
y no lo entiendo lícito, y más allá
de la posibilidad,
lo cierto es que
con tu mirada mis cosas
se visten de nobleza y alegría.

Mientras escribo, poco a poco las letras
se me desclavan
de la lengua mordida,
y de tu falta estoy preso,
y nada viene a liberarme.
Y dejando, por sobrevivir,
esa locura a mi costado,
mi siguiente paso casi no te piensa,
respira y asienta
los pies en el suelo, suspira,
anhela y me lleva en volandas
el texto:

adelante, adelante, aquí
aquí estoy, aquí me tienes, amor, tengo
la nevera desmantelada, tengo
la despensa arrasada,
pero toma,
toma todo, ahora que no hay
contabilidades. Tengo
que procurar tu abrazo, aquí
abro mi camisa arrugada,
aquí, a ver, el alma en arañazos,
aquí, el corazón en cueros.
Creo que no me falta nada.


Como un animal errabundo
me echo al mundo extraño. Husmeo
las letras de la ignorancia y de la honestidad,
las letras de la luz o del vértigo,
la sed
que ayuden a que quieras
abrirme tu mano. 




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14 de julio de 2015

(Versión 1) Exijo a mis letras

desde que te pienso.

Con tu mirada mis cosas
se visten de nobleza, y yo
voy encontrando colores
para la alegría.

De algo parecido
a tu falta
estoy preso, y sin embargo, hago
mis cosas en tu compañía.

Como un animal errabundo
me echo al mundo extraño,
husmeo las letras
que ayuden a que te entiendas,
a que descanses, a que encuentres
cielo de escape de respirar
sin límite de vuelo, a que entiendas
tierra de raíz de casa
de suciedad primera. Letras,
que te ofrezcan
las asas del alma, letras sencillas
que me ayuden
a que quieras
abrirme tu mano.

Aquí quedan,
quietas en su viaje,
rabos de lagartija
ensanchando la vida
sin moverse del sitio,
aquí quedan,
regando lo seco
aligerando lo grave,
dicho sencillo y nervioso,
como del que anhela, dicho seguro,
como de ignorante, mis letras confían
en que cuando todo haya explotado,
cuando todo se haya muerto de viejo, cuando
el sinsentido se sienta legitimado,
estas letras, te digo, espoleadas exigidas
por la imaginación de tu roce,
confían en dejar pistas,
como mínimo,
de quiénes somos
en el tiempo que se escribe,
y qué parte de nosotros pervive
en el tiempo en que nos leen.




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5 de julio de 2015

EL POEMA ADECUADO

No tengo muchas ganas de usar el verbo
morir de impaciencia
tu ausencia lógica
callado desenfreno letra aceptable oportunismo
algo forzado sonrisa
espontánea dentro de lo que cabe imagino
cada una en su lado.
¿Y quién sabe si satisfacción, madremía,
y si es calidez en la mano?
Y me niego a pronombrear lo que siento,
que el sujeto, quiero decir, el corazón tenía
sucio de rayajos de olvidadizo
vómitos y quejas de
todas esas noches en blanco.
En fin, es inútil
hablarte de días que no tiran, de cosas
que no avanzan, adverbios equivocados
en modo, lugar, tiempo grado.
Pero basta de poner una nube
a cada rayo, prefiero imaginar
que comprendes la electricidad
de los campos de eucalipto mientras
va perdiendo fuerza la tarde.
¿Y si no me ves también
cuando cierras los ojos? Ay, señor!




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UN POEMA MEJOR QUE YO

El poema que no pone cargas sobre tus hombros.
El poema que evita seducir
                                 (que es engañar).
El poema que agacha la cabeza y dice sus cosas
                                 sin soberbia, ansiedad, premura.
Lo busco.
El poema que es sólo fe.
La tuya, la mía, la que encontramos.
El poema que es música sin ruido.
El poema al que preguntará tu voluntad.
El poema al que le abrirán las puertas tus cosas.

Te busco
el poema necesario,
sin que me tenga que mover la necesidad.

Para que tú me entiendas, un poema
de agua sin ahogar,
un poema como de este
santo bendito calor, aunque
calor de abrazo, que es
más de arder que de quemar.

En fin, me pongo a ello, descuida.
Empiezo raro, titubeante, entusiasmado, pues
no sé escribir
poemas de suspiros sin aspirar. Encontraré,
te prometo, la ciencia la letra
de este poema de creer. De creer en él,
por un lado, de creer en lo que creará
más allá del poema, de creer
en eso que ni tú ni yo ni nadie sabemos. Ése
poema que nadie sabe
y todos esperamos. El que te diga
semillas, destellos, venturas,
que de pronto encuentran
razones para tu alma.

El poema que te dice que ha venido
antes de salirte a buscar.

El poema en que, con otras palabras,
te estaré diciendo yo soy, aunque
será un simple poema de amor para la poesía.

Uno cualquiera, sencillo, aspirante a encontrar
hueco, sombra, llano acogedor. Un poema,
el que tenga a mano, hablando en plata,
desesperado,
inocente,
pueril, generoso.

Un poema fracasado
e ingenuo, no me importa,
para que no te vayas.




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4 de julio de 2015

Desastrillo


Tengo que contarte una cosa.
¿Estás bien? ¿Estás sentada?
¿Has desayunado? ¿Sí?
¿Qué llevas puesto? Jajaja. No.
No va por ahí, mamá.




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