21 de abril de 2015

Todo por resolver.



















Todo con pinzas, pero todo cargadísimo de posibilidades. Imposible relajarse. La sensación de que gran parte de lo que gane o pierda está en mi mano.

El amor. Los pasos efectivos. Las decisiones, los desvíos, las renegociaciones entre lo posible y lo improbable.

Pienso en todo ello, en qué cosas irán quedando desnudas en el paso de lo prometedor a lo concretado, en cosas, en personas que son más grandes que los planes que uno le llega a imaginar.

Pienso en todo ello. Pienso en ti, sin intentar evitarlo, y te me mueves como entre una espesa niebla, y sé que como mínimo todo va a ser mejorable.

Pienso en todo ello, en ti, en la nula garantía por una evolución favorable. Pero en todo ello, en su propia condición, encuentro los ingredientes verdaderos de mi vida, lo que me hace avanzar, crecer.

No quiero una vida de garantías. No quiero estar adormecido. No quiero esperar como un funcionario. Quiero una vida de pelear, de ganármela minuto a minuto.

Quiero una vida así.




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