1 de enero de 2014

LIMPIEMOS LOS QUEMADORES

En la sonrisa con que me miraste anoche, inmediatamente antes de ponerte a besar a otro, no pude dejar de ver cierta intensidad. 

Sin hablar dejaste que te felicitara por el año nuevo. Ni ahora ni entonces acerté a poner el apellido adecuado a esa intensidad fugaz con que, sonriendo, me sostuviste la mirada en silencio. ¿Era superficial? ¿Era la parte visible de un dulce recuerdo que compartíamos discretamente? ¿Acaso la de algún tipo de disfrute morboso? ¿La de un deseo que entre tú y yo late en silencio? ¿O era una sonrisa para continuar sin más, para evitar exponerte ante mí, ante la gente, ante tu muchacho, o ante ti misma? ¿Hay algún temor escondido en tu sonrisa? ¿Alguna expectación? ¿Desconcierto?

Me acosté dándole vueltas a tu sonrisa radiante y fugaz de anoche mismo, y sigo sin aclarar cuál es su verdadero carácter, el alma que la inspira. Es más, hoy me he despertado demasiado pronto para ser primeros de año y sigo acumulando opciones, apellidos que añadir a tu sonrisa para enfocar en alguna dirección su ambigüedad.

La verdad es que lo más inteligente por mi parte sería parar YA de acumular opciones que no se pueden confirmar ni desmentir en una mente febril que lucha con denuedo por salir airosa de una tremenda resaca. Parar y dejar que todo se serene, que las cosas se vayan aposentando en el lugar que les corresponda, aunque me temo que esa habilidad para saltar del tren ante el choque inminente no la tengo precisamente desarrollada en mi naturaleza.

Si sigo así, atendiendo a todas las opciones que se me ocurren, contemplándolas como posibilidades, me parece que la próxima vez que nos encontremos, no voy a saber saludarte más que con mi sonrisa cargada de todas esas opciones, quiero decir, una sonrisa tan intensa, ambigua y callada como la que me dirigiste anoche, inmediatamente antes de ponerte a besar a otro. Vete tú a saber de dónde vendrá mi sonrisa la próxima vez que nos encontremos. Qué expresaré, queriendo o sin querer. Qué apellido acabarás poniéndole entonces. Miedo me da lo certera o errónea que será la ventana desde la que me verás y valorarás, explorando la intensidad de mi sonrisa radiante, ambigua, y quién sabe si fugaz.


Cerro Alaminos, Coín, 1_1_2014



.

No hay comentarios:

Publicar un comentario