11 de noviembre de 2012

El Bocadillo.

Tengo un mensaje esperando en el móvil. Puede ser alguna gilipollez de alguien, y también –Dios no lo quiera- una mala noticia en serio. Yo prefiero pensar que es un mensaje de la mujer que amo, un mensaje que esperaba y que no me lo esperaba hoy. Que me cuente algo bueno en pocas palabras, algo bueno para los dos, o algo bueno sólo para mí, en el peor de los casos. Algo bueno para ella sola... de eso no me fío, sobre todo si supone además algo malo para mi...

El caso es que el móvil me ha pitado el mensaje y me ha pillado haciéndome un bocadillo. Acabo de ver en una pelicula un rollo zen de samurais, y dice que cada momento tiene su lugar o algo por el estilo, y eso me ha convencido. La verdad es que puede decir cualquier cosa el dichoso mensaje en espera. De todo me ha llegado, y a cualquier hora. Y he pensado que a ver si después del mensaje pierdo las ganas de bocadillo, y que el cuerpo no lo tengo yo para grandes alardes.

Voy a comer y que espere el mensaje. Si es urgente lo lamentaré mientras hago la digestión o –Dios no lo quiera- toda la vida. Además, que van a dar por la tele la repetición del gol que ha metido un fulano, que dicen que ha sido un pasote.


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