3 de noviembre de 2012

A TU DISPOSICIÓN.

Pienso en tus cosas, y aunque sé que de forma autónoma estarás viviendo tu vida, a mí no deja de agarrárseme en algún sitio indeterminado un grado mínimo de indemostrable certeza por nuestro contacto. Me encuentro sólido, a pesar de todo. No encontré pisadas en la maleza, ni señales en los astros, no encontré afirmaciones terrenas ni pistas en los cielos de que vaya a ser yo quien va a procurar tu acomodo. Contado suena banal, sentido suena torpe y afirmado suena impertinente, pero tormentas peores se descargaron en risa, y con solidez evanescente, veo mis alientos asentados en tu vida.

Pues sólo con estar cerca, enviando un mensaje, interesándome, apareciendo de vez en cuando como para hacer bulto, preguntando en voz alta por tus cosas, relacionando en público las tuyas y las mías, llamándote en mitad de la noche para darte la imprescindible referencia de un pintor, escritor, filósofo, saltimbanqui, educador, cantante, erudito, cocinero, gañán de la escena pública, héroe de la idea, malabarista de la consciencia del saber o personaje famoso por la exquisita belleza de su pellejo interior, por su ruindad, capacidad para la reflexión lúcida, para la polémica pertinente, señalado por la talla del enfoque de su saber o por su simple y atronadora zafiedad, sólo con estar al quite, siempre que pueda, a darte la respuesta que tenga, sólo con estar despierto cerca tuya, por si necesitas un apoyo visual, una mirada cómplice, un gesto de consuelo, un guiño de comprensión, sólo con mantenerme ocupado en mis cosas, pero con un ojo puesto en tu mundo, cuidando de no convertirme en un estorbo, pero manteniéndome a la vista, aunque sea de refilón y desenfocado, sólo con mantenerme contigo en mí, ya sé que estoy poniendo algún tipo de sabor o reflejo coloreado o aroma o bonanza o extrañeza o rara atmósfera o nueva claridad o sombra acogedora en tu paisaje, a tu disposición, sólo con ser YO, con lo que tenga en ese momento, sólo con aparecer y seguir empeñándome en ponerme en tu trayecto, sólo poniéndote delante alguna de mis formas, sé que estoy aportando algo al sabor que vas teniendo en la boca, a la temperatura de la cara, al relajo o la crispación de las manos. Yo lo sé. Y eso me empuja a seguir adelante.

Y está bien que mantenga la atención concentrada en tus lugares más inverosímiles. No sólo porque cada noche al acostarme quiero dormir con la impresión de que he hecho lo posible para que mi bien suceda, no sólo por eso. También porque tus maneras viven presas de una divina y turbadora estadística. Debo mantenerme pendiente de todas tus formas, de todos tus disfraces.

Cuando consigues creer que el amor está en tu cuenquito, de pronto se evapora, se mezcla con las nubes, y se va a llover a otra parte.

Adónde va todo esto no lo sé. Alguno recogerá las semillas que levanté de la tierra, las que regué con mi sudor. Para comer no me queda otra que confiar en la grandeza del campo. Y no puedo planificar nada con respecto a lo que realmente me importa. Bastante tengo con manejar esa ensalada de impulsos momentáneos que tengo que callarme para que esto –y yo mismo- no nos salgamos de madre. Bastante tengo con intentar saber si hay conciencia en tu reacción cuando estábamos allí. Bastante tengo con escrutar tus palabras o pensamientos callados ahora que estás allí y yo aquí, pensando que somos entes diferentes, cuerpos distantes y discursos tangentes. Aunque a veces yo ponga mis fuerzas en estar, de alguna manera, en tu paisaje.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario