2 de septiembre de 2012

Una concesión a mi orgullo.

Si no digo esto, exploto:

He descubierto recientemente que alguna gente se apropia de mis cosas. Aclaro: alguno toma cosas hechas por mi, no cita la procedencia, y deja insinuada su propia firma.

Explotaría si no le dijera que no tengo maldad para enfadarme por esto: mi única ambición en la vida es aprender para compartir. Soy maestro de vocación. Leo y escribo cada día, para que lo que saco a publicación sea consistente y tenga un mínimo interés, tanto mis obras plásticas como mis escritos. Es una cuestión de respeto por mí mismo y por quienes prestan atención a mis trabajos.

"Hambre", por ejemplo, se actualiza cada mes y se difunde a diario. Eso lo mantengo aunque truene, aunque mi alquiler esté en peligro y mi nevera esté anémica. "Hambre" crece -sobre todo- en mis tiempos de crisis y no aplica recortes. Lo hago gratis cada día, aunque al mismo tiempo esté loco pensando en formas de ingresar. Por amor al Arte, y esto no es una frase hecha. Lo hago por la satisfacción de mantener una vida dedicada a CREAR, por el orgullo de verme crecer en hondura y amplitud como artista y persona. Por eso, cuando veo esas apropiaciones de mis ideas, cuando veo que no me salta el orgullo ni la hiel, compruebo que estoy en el buen camino: el trabajo está hecho, y si alguien saca provecho de mi trabajo, aunque sea así, adelante.

Sólo decirte que si no confías en la fuerza de tus ideas propias, es porque no les has prestado la atención suficiente. No las estás respetando en su justa medida. Quiérete, trabájate cada día y confía: crear es una facultad universal, y también está en tí. Crea y comparte, así entenderás la satisfacción y entusiasmo que a mí me levantan cada día, pese a cualquier cosa.

Si a pesar de todo, tienes una clara preferencia por el camino más corto, y sigues redireccionando el esfuerzo de otro en tu propio beneficio... ¿me vas a copiar A MÍ, alma de cántaro? Yo sé que seguramente has encontrado resistencias inesperadas en un juego de lencería que no acaba de caer... Si ese es el caso, no me copies a mi, no pierdas el tiempo, me permito recomendarte la poesía de Benedetti, El Cantar de los Cantares, los sonetos de San Juan de la Cruz, los poemas de José Agustín Goytisolo, de Antonio Gala, cualquier cosa de García Márquez, de Walt Whitman y de tantos que se me quedan en el tintero, pero que sé que encontrarían acomodo en la fotocopiadora que tienes en el lugar del corazón. Ve a ellos, o a otros parecidos en profundidad y plenitud. Así, tendré la garantía de que los lees, de que los vives. Y en ese nuevo orden de las cosas, me extrañaría mucho que te limitaras a copiarles, es más, estoy seguro de que conseguirían que sacaras algo propio de tu mente perezosa y de tu pobre corazón desentrenado.

Por último, entra en "Hambre" siempre que quieras, pues está abierto y libre, y se hace para el provecho general, también para el tuyo.

Saludos.


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