24 de julio de 2011

ALGUNAS PREGUNTAS QUE YO ME HACÍA ANTES, CON UNA CODA SOBRE FIN DE CARRERA (Para repasar y actualizar).

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¿Por qué para hacer mis cosas tengo que estar siempre solo?

¿Por qué se considera que lo que haga o diga un artista tiene que estar fundamentado y ser demostrable?

¿Por qué lo que hace un artista se considera más “elevado” que lo que hace un panadero?

¿Por qué el crochet no está considerado como arte, si muchos artistas al pintar sus cuadros sólo se dedican a exhibir sus habilidades manuales?

¿Por qué no dejan tocar los cuadros en las exposiciones y sí la verdura en las verdulerías?

¿Por qué si la gente ama a sus hijos, para descalificar una obra de arte suele decir “esto lo hace hasta mi hijo”?

¿Por qué a las obras de arte “se las contempla” y a un niño jugando “se le mira”?

¿Por qué algunos artistas piensan que si nadie entiende sus obras, sus obras son más serias y mejores?

¿Por qué además, esos mismos artistas, están todo el día quejándose de que sus obras no las entiende nadie?

¿Por qué cuando una obra de arte provoca la risa se la considera menor que otra que no la provoca?

¿Por qué no hacer obras de arte en las que colabore, por ejemplo, mi madre?


CODA DE FIN DE CARRERA

En el 94 los profesores de 5º de la Facultad de Granada me seleccionaron para la colectiva de fin de carrera. Me gustaba sinceramente lo que hacía en aquel momento. Había trabajado bastante y pensaba que había aprendido –que estaba aprendiendo- cosas. Y pensé que exponer allí estaba bien: mucha gente no lo había conseguido, y era duro, y además, lo hacía al lado de gente a la que casi admiraba. El que iba a ser mi director de tesis (que luego no hice) me vio en ese estado exultante. Cuando estábamos distribuyendo las obras por la sala me preguntó: “¿Qué, qué piensas con todo esto?” Yo le dije que durante la carrera había trabajado bastante y pensaba que había aprendido –que estaba aprendiendo- cosas. Le dije que entre las cosas que había hecho y las que me habían pasado, eso de exponer allí, para mí, era “no sé… IMPORTANTE”. Él, muy tranquilo y sonriendo me dijo: “Nada lo es”. Y se volvió para hablar con otra gente.

Ha pasado todo este tiempo y he seguido haciendo cosas que intentan dignificar mi vida y mi oficio. Me veo ahora y no me he elevado en el gusto ni purificado en la inteligencia, aunque he mantenido limpia mi voluntad y he madurado en juicio. Y hasta hoy he pensado que es verdad lo que me dijo el que iba a ser mi director de tesis (que luego no hice): nada es importante.


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5 comentarios:

  1. Cuestión de perspectiva, yo diría TODO es importante.

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  2. Si no es indiscreción ¿sobre qué iba a ser tu tesis (que al final no hiciste)?
    Saludos

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    1. Siento no poder responderte del todo, David: el tema sigue pendiente, y lo abordaré por un camino distinto del contexto académico.

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  3. Eso te lo hubiera dicho cualquiera (con los pies en el suelo), no hace falta estudiar 5 años de ninguna carrera. Nada es importante, es todo sacado de una peli de Fellini... lo más importante es mirarnos a los ojos... trascender en el otro, es lo que nos salva. Hay quien da unas vueltas tremendas para eso... pero con respirar el mismo aire ya es suficiente...

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    1. Lo de que nada es importante, trasciende la peli de Fellini, si me permites. Acerca del sentido de estudiar cinco años de carrera: a lo mejor para saber ciertas cosas, no era necesario, como dices, pero no necesito contar todo el provecho que saqué de ello, todo lo que me (de)construyó. Hay cosas que pertenecen a la intimidad de cada uno/a, incluso escribiéndolas. Muchas gracias por tu atención y opinión, Anónimo.

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