13 de mayo de 2011

UNO Y MUCHOS. Un prólogo y una presentación.

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Sin rodeos. El Libro Natural es una edición compuesta por textos literarios de dos autores noveles, más fotografías en color de un fotógrafo novel, más textos –también literarios- de quien escribe este prólogo.

Hasta ahora, sin rodeos. Y espero que no se consideren rodeos los qués, los porqués, los cómos y los cuándos que aquí van a exponerse. No sólo se va a hablar de El Libro Natural. No todo va a ser El Libro Natural. También es Ovni en Venecia, un espectáculo producido y presentado simultáneamente. Los dos a la vez son nuestra primera Producción Flamante. Veamos de qué hablamos.

A todo autor novel le gusta escribir. Le gustan los libros, leer y comprar y prestar y libros. Ven las ediciones, los nombres propios, los colores de la cubierta. Los prólogos, los expositores y las fotografías. Las firmas. Todo autor novel está fascinado con los libros y las firmas de esos libros. Los más atrevidos sueñan con sus propias firmas en los libros que atestan los escaparates. Incluso imaginan alternativas de diseño y dimensiones, sueñan con cierto ilustrador y cierta editorial. Por soñar, incluso sueñan con sellos de segunda, de tercera edición ya a la venta.

Como con todos los sueños, todo se encuentra instalado en el terreno de lo incierto y de lo probable. Y como con todos los sueños, hay mejores y peores terrenos sobre los que intentar realizarlos, mejores y peores aptitudes y actitudes para hacerlos posibles.
El problema no es ser autor novel. Cuando eres autor novel ya has resuelto bastantes cosas. El problema está inmediatamente antes de ser un autor novel. Ahí se encuentran –y no todos tienen conciencia plena de ello- los que probablemente en un futuro, los que todavía no, los que puede que sí y los que nunca –por desgracia- van a ser autores noveles. En ese terreno problemático también se encuentran el tipo de autores que hacen El Libro Natural: los que hacen por sí mismos, con sus propios medios, todo lo necesario para convertirse en autores noveles, los que aprenden el proceso para publicar por primera vez.

Los cauces normales para publicar por primera vez son prohibitivamente selectivos: ganar o ser seleccionado en algún concurso importante, con la de irregularidades, ambigüedad y falta de nitidez que ello conlleva, y peor aún, pasear los textos por las diferentes editoriales, confiando en que en alguna de ellas se vea la suficiente calidad (¿) en alguno de esos textos como para arriesgar, para invertir en la edición de un completo desconocido.

La línea editorial, el criterio de selección de textos a publicar, en el caso de las ediciones de Galería Virtual es el del no criterio de elección. Ningún texto, enfoque o autor son excluidos. Ediciones Virtual se encarga de convertir los textos recibidos en ediciones tan legales como las de las demás editoriales. Realizan los trámites necesarios para que el libro entre a formar parte del contexto propio de los libros: le asigna un formato físico y le proporciona un número de ISBN y de depósito legal.

Además de esa “ausencia de criterio” a la hora de publicar a alguien, las ediciones de Galería Virtual tienen otro rasgo que las diferencia de las editoriales al uso. Una vez que se han cumplido los formalismos legales, se ha diseñado la maqueta y se ha realizado la edición, acaba la gestión de Ediciones Virtual. Una vez que los autores han abonado los gastos de gestión y producción, se encuentran con un número de ejemplares que ellos mismos deben promocionar y distribuir.



“La Obra”

“Ningún hombre consigna nunca lo que tenía intención de decir: la creación original, que está produciéndose todo el tiempo, tanto si escribes como si no, pertenece al flujo primario: no tiene dimensiones, ni forma, ni componente temporal”

“Una gran obra de arte, en caso de que logre algo, sirve para recordarnos o, mejor dicho, para inducirnos a soñar todo lo fluido e intangible. Es decir, el Universo. No se puede entender, sólo puede aceptarse o rechazarse [...] No es lo que quiera que se proponga ser: siempre es algo más cuya última palabra no se pronunciará nunca”.

Henry Miller. Sexus. Ed. Alfaguara. pp.30-31


La sola mención de esta expresión parece que pide una iluminación específica, además de una grandiosa orquesta acometiendo una banda sonora en Re menor. Cuando alguien que aún no ha publicado habla de “La Obra” se está refiriendo –con una especie de atenazado fervor- a una idea con tintes platónicos: no sabe dónde está, no sabe qué forma tiene, pero sabe que está en alguna parte, bajo cierta forma, y espera que algún día tenga la dicha de encontrarla. Ya tiene manifestaciones (lo único que puede ver o palpar) de esa idea: los libros –la obra- de Rilke, de Pessoa, de Kafka, de Pérez Reverte, Muñoz Molina, Corín Tellado... Ya tiene presencias dignas de esa idea macrocósmica que las acoge. El que aspira a publicar por primera vez contempla esas manifestaciones como retazos sagrados de una divinidad imponente, caprichosa y esquiva. Con humildad y devoto respeto busca –sin saber muy bien cómo- hacerse merecedor de sus atenciones, poder cobijarse bajo su manto protector y participar de ese tipo de Gracia Benefactora que le permitirá vivir como ejemplo al lado de otros insignes ejemplos, al lado de Autores (subráyese esta nueva distinción) que con SU OBRA han aportado algo al Honor y la Gloria de LA LITERATURA. Este es el anhelo más profundo del que tiene esperanzas de publicar por primera vez algún día. Supongo.

Pero claro, todo está inmerso en un mundo cruelmente relativo. Porque ¿quién distingue el Bien del Mal? Las editoriales, los concursos importantes, la tele, las ventas, las estadísticas, los famosos, los críticos, los periodistas, los concejales de cultura, los ministros... Toda esta gente dice lo buenos que son unos libros y los malos que son otros. Lo dice todo el mundo, pero nunca lo dicen quienes los escriben. Sus escritos se debaten entre la gloria y el abismo, son buenos o malos según las caprichosas corrientes del mar agitado en el que habitan. Los autores viven bajo la tiranía de unos criterios externos a ellos mismos.

La “Obra” que persigue y supone todo el que está por publicar, es algo que un autor escribe y una mano negra arrebata. La editorial coge el manuscrito y dispone de él. El autor al mismo tiempo va a ver publicada su obra (lo que todo autor quiere) y la va a perder sin remedio. Ya no puede intervenir en nada, ya ha acabado su trabajo, por el momento. A partir de ahora, fuerzas externas la van a manejar. No tocan una letra, supongo. Pero ponen el tipo de letra que quieren, el papel que quieren, el grosor, la textura, el peso, la consistencia, el olor que quieren. El libro tiene el color y el tamaño que otros quieren. Hacen la edición que saben vender. Otros la distribuyen, la promocionan. Dicen qué tipo de libro es. Qué dice. Qué es lo más importante de lo que dice. Por qué es valioso. Por qué es bueno comprarlo. Cuánto vale. Tanto. Deme uno. Aquí tiene. Gracias, tenga. Y dos, cinco, y cinco, diez, tenga. Gracias, adiós. No hay de qué, adiós.

Todo se publica, todo está en el mercado. Mierdas en edición de lujo, primeros 200.000 ejemplares vendidos. Pensamientos que salvarán al Hombre, en edición de lo más triste, disponibles por sólo 3 € en puestos de caja de grandes superficies.
Todo está en el mercado que ellos quieren, como ellos quieren. Y el autor no tiene nada que decir.
En el caso de El Libro Natural, para bien o para mal, durante el proceso de escribir-publicar-promocionar, casi nadie dice nada. Todo lo dice el autor. No hay ayudas ni condicionamientos externos. Los autores de El Libro Natural ven de cerca (tienen que aprender a hacerlo) todos los procesos por los que pasa un libro para su publicación. Dar el paso no es tan fácil ni tan difícil como se supone. Desde el momento de sentarte a escribir un apunte tienes que superar prejuicios y complejos. Tienes que plantearte para qué escribes y qué quieres hacer con ello. Y hasta dónde estás dispuesto a llegar. No todo el que escribe sabe el trabajo que queda después de haber escrito. Revisar, seleccionar, ordenar, cuestionar, repasar, decidir y corregir son acciones que necesita un texto que pretende ser dado a publicación. Esto es algo que tiene que aprender el que publica por primera vez. Nunca ha leído tanto un autor sus propios textos como cuando va a publicarlos. Por el camino aprende a valorarlos en su justa medida. La relectura de tus textos dados a publicación marca tu postura como escritor, dibuja tus límites y define tus aptitudes. Cuando esto ocurre por primera vez, los -ahora sí- autores noveles descubren una nueva dimensión en sus textos. Se da un salto cualitativo, y no sólo me refiero al resultado físico tras una concienzuda relectura. Publicar (esto es, dar forma y difundir públicamente tus escritos) formaliza una apuesta concreta que tienes que hacer. Porque cuando consigues superar el prejuicio de que debes definir (¿), encontrar (¿), tu obra (¿) antes de decidirte a publicar... ¿hasta dónde-cuándo-cómo estás dispuesto a defender tus textos? Estas preguntas hacen crecer al que aspira a publicar, sobre todo por las específicas condiciones en que se las hace.

Dado que el objetivo principal de la producción de este libro es el de introducir a un grupo de autores noveles en la serie de acciones necesarias para proyectar, promocionar y distribuir una edición, dado que la estrategia empleada es la autoedición, nos encontramos con que, al contrario que en las ediciones normales, son los criterios propios de cada autor los que están gobernando el proceso. Estos criterios se adoptan en la mayor parte de los casos sobre la marcha. Casi por cuestiones metodológicas, los participantes acaban por pensar en positivo. Hay que asumir las limitaciones, señalar y desterrar las inseguridades y sacar el máximo provecho a las virtudes. Los autores se encuentran inmersos en el ejercicio de su propia Libertad. Una Libertad que necesariamente será responsable. La suma de proyectos personales está haciendo el proyecto colectivo. El concepto, el respeto que cada uno tenga por su proyecto personal dentro del grupo, está conformando la respetabilidad del proyecto colectivo. Las decisiones en pro de la buena marcha del proyecto se toman en el seno del grupo. Los autores hacen la edición. Los autores la venden (tendrán que aprender a hacerlo). La distribuyen. La promocionan. Los autores dicen qué tipo de libro es. Qué dice. Qué es lo más importante de lo que dice. Dónde comprarlo. Cuánto vale. Tanto. Deme uno. Aquí tiene. Muchas gracias. Gracias a usted.

La FE puesta por cada uno en la parte que le corresponda hará bueno el trabajo. El buen trabajo hará que encontremos FE durante el proceso. FE para continuar el trabajo y FE para después. FE no para esperar algo del mañana, FE aquí y ahora. Fuerza, convicción.

Hace un tiempo comentábamos un grupo de amigos que la vida es cómo la redactas. Lo que cuentas -lo que te cuentas a ti mismo- hace la cosa. Creo que no hay que persuadir a ningún escritor del poder creativo, realizador, transformador y ejecutor de la palabra. Poco a poco pasaremos de escribir nuestros textos, a escribir sobre nuestros textos. De revisarlos a opinar sobre ellos, de forma que cuando lleguen a imprimirse, los autores conformen un discurso paralelo al corpus del libro, una opinión acerca de sus propios textos. Lo que el autor opina de sus textos, completa sus textos. Él mismo los presenta a su público, él mismo los valora, él mismo los defiende. Él mismo tiene que llegar a deducir la principal frase de la producción de El Libro Natural: es la FE que pones en juego -la que ya tenías, la que has encontrado por el camino- la que convierte tus textos en TU OBRA.



Uñas y Carnes.

Que veinte personas se pongan de acuerdo para hacer un trabajo no es fácil. Para conseguirlo. algunos dan premios, ya sean dineros o favores. Pero ni así se consigue. Lo normal es que los trabajos se hagan con veinte personas que no están de acuerdo. Los trabajos se hacen a pesar de los intereses personales y de los sentimientos. Algunas veces no hay premios y a algunos les parece entonces que los trabajos no merecen la pena. Y esto hace aumentar los debates y desacuerdos en el seno del grupo. A pesar de ello el trabajo siempre se hace. Todo el mundo va y pone su parte. Es todo un argumento para los que dicen que el trabajo dignifica al hombre. Tengo que reconocerlo.

El trabajo de formación y elaboración tanto de El Libro Natural como del espectáculo Ovni en Venecia se ha hecho a un mismo tiempo. Muchos de los contenidos de ambos se han generado conjuntamente. Por eso, trabajar para hacer un libro ha sido lo mismo que trabajar para hacer un espectáculo, sobre todo en el caso de los autores de El Libro Natural. No se puede hablar de una cosa sin hablar de la otra. Y supongo que hablar de los trabajos es también hablar de las personas que los hacen.

Algunas veces me he planteado mucho lo del trabajo en grupo. Me ha afectado e interesado siempre cómo son las relaciones entre las personas que componen los grupos, y hasta qué punto afectan al desarrollo del trabajo.

Mucha gente cree –me consta- que el éxito de las empresas, el buen fin de los objetivos perseguidos por determinados grupos de trabajo, está basado en la Armonía en las relaciones personales entre sus componentes. ¿Debemos suponer entonces que hay colectivos que consiguen sus objetivos gracias a la amistad o al espíritu de camaradería o a la solidaridad que une a todos sus componentes? No debemos negar esta posibilidad, creo. Pero, ¿debemos suponer entonces que los Beatles eran uña y carne? ¿Los Rolling Stones? ¿No suenan algo irreales estas suposiciones? Y si aumentamos el número de componentes, creo que aumentamos el nivel de irrealidad, hasta el punto de animarme a afirmar que el éxito del Dream Team no está basado –de entrada- en que todos ellos eran muy amigos y salían juntos después de los entrenamientos. Y lo mismo podríamos decir de cualquier objetivo perseguido por un colectivo, desde el rodaje de Ben Hur hasta la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones, desde la realización de un mural hasta la conquista de Asia Menor por parte de los ejércitos de Alejandro. Sí, me repito: los trabajos se hacen a pesar de los intereses personales y de los sentimientos de la mayoría de sus componentes.

Hay varias cosas que NO quiero decir con esto:
1. NO quiero decir que el trabajo, tanto en Ovni en Venecia como en El Libro Natural haya estado marcado por el desacuerdo entre los miembros del grupo de trabajo.
2. NO quiero decir que la coordinación, tanto en un caso como en el otro, haya sido realizada siguiendo un criterio de autoridad, o sea, marcando desde arriba (¿) un objetivo que hay que cumplir a pesar de los intereses personales y los sentimientos de los que hacemos este trabajo.

Para no alargar innecesariamente este prólogo vamos a decir directamente cómo se está haciendo la coordinación de las diferentes tareas necesarias para hacer efectiva esta producción.

Dado el carácter doble de edición/espectáculo de este proyecto, en primer lugar había que evitar interferencias entre ambas secciones. Además de ello, en lo posible había que buscar la posibilidad de que las acciones emprendidas por cada sección pudiesen beneficiar a la otra.

Ambas cosas se están consiguiendo partiendo del hecho de que cada uno de los autores del libro está inmerso al menos en uno de los bloques que conforman el espectáculo. Por parte del coordinador del proyecto se ha alentado no sólo esto, sino que además cada uno de esos autores se haga responsable de uno de esos bloques. Así, se ha buscado que sean esos mismos autores los primeros interesados en evitar interferencias edición/ espectáculo y en favorecer –al menos en su área de responsabilidad- un clima de trabajo que posibilite un adecuado nivel de implicación por parte de todos los participantes en el proyecto.

Al hilo de estas últimas frases, puede parecer que esa implicación en el proyecto sólo se consigue a fuerza de insistir y estar encima de todos los participantes. Nada más lejos de la realidad. Básicamente Producciones Flamantes se define –y con ello queremos referirnos a su actividad desarrollada tanto en Ovni en Venecia como en El Libro Natural- como un proyecto coordinador y dinamizador de artistas. En otras palabras, Producciones Flamantes se dedica a escuchar los intereses de –en este caso- un grupo de artistas y escritores, coordinar-ordenar esos intereses para posteriormente construir un producto artístico coherente, viable y susceptible de ser re-presentado en diferentes contextos y bajo diversas condiciones físicas y/o temporales. La construcción de este producto artístico comprende el proceso completo de génesis, desarrollo/realización, difusión, documentación y promoción inherente a todo proceso artístico. Este proceso, que está dirigido por Producciones Flamantes, es realizado directamente por el propio grupo de artistas.

Podemos decir que Producciones Flamantes ha convertido en proyecto artístico colectivo la suma de diferentes motivaciones de índole personal. El interés colectivo (global, acotado y ordenado) se ha conseguido con la suma de intereses particulares de cada uno de los artistas, que son constructores de una idea y al mismo tiempo beneficiarios de la misma.

Para que este proyecto llegase a buen término había que conseguir un aceptable nivel de implicación por parte de los participantes. Como ya se ha dicho antes, cada uno ha aportado lo que tiene, lo que sabe hacer hasta ir formando cada uno de los bloques que componen el proyecto. Poco a poco esto se ha ido pareciendo a una especie de feria ambulante, como un mercado donde cada uno ha buscado un pequeño sitio donde mostrar sus productos. Cada uno ha puesto un cartel con su nombre y se ha encargado de que lo que ofrece sea digno, o interesante, o divertido, o útil. Es ese interés personal, esa especie de orgullo por caracterizarse dentro del colectivo, lo que ha creado los contenidos de Ovni en Venecia y El Libro Natural.

Decía Shakespeare que cuando media el orgullo el encargo se da por cumplido. Está comprobado, y el trabajo nos está pareciendo digno, interesante, divertido y útil. Estamos trabajando para que queden en buen lugar nuestros nombres.


Jose A. González. Coordinador.

“Uno y Muchos” Texto de presentación de “El Libro Natural”, escritos de Antonio Plaza, Benjamín Palma y José A. González, con fotografías de Chani González. Publicado por Ediciones Creación Virtual. Granada. Proyecto de presentación de Producciones Flamantes. 2003..

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