19 de mayo de 2011

TODO ESTÁ EN MOVIMIENTO.



Pues eso. Otra cosa muy chula de leer, de escribir. Y muy fácil de decir. Y oye, te da como un brillo exótico en la conversación, eh? Dependiendo del lugar y de la concurrencia, muchos van a pensar que eres una persona profundamente espiritual, que estás viajado y leído, forjado en lo diverso, templado en lo diferente y versado en extrañísimas filosofías de difícil ubicación geográfico-temporal e imposible pronunciación. Y bueno, hay gente que admira lo que no sabe pronunciar, pues tiene el brillo genuino de lo desconocido… y con lo desconocido, pues ya se sabe, es más cómodo admirar las cosas que acercarnos y plantearnos siquiera conocerlas.

Pues eso, a pesar de que como carne y me gusta el fútbol, SÉ que todo está en movimiento.

Ahora me tengo que descargar de ese paladar orientaloide y VIVIR ese “todo” y ese “movimiento”. Ahora te sigo pensando como desde otra ventana o desde otra hora de la tarde. Ahora me encuentro un poco desubicado emocionalmente. Ahora no te quiero decir nada. Ahora no te quiero desear. No quiero páginas tuyas en mis días. Corrijo: no quiero páginas ni deseos DE ANTES. Si todo está en movimiento, quiero saber quién eres ahora. Quiero saber QUÉ AHORA es ahora. Sí, suena ambiguo e indeterminado, pero algo así de abierto me parece que debe ser, de partida. Casi gaseoso. No quiero volver a imaginar. No quiero sentir algo con nombre, que el nombre pone un cristal de color delante de lo que realmente sientes, le condiciona el color, el olor, el sabor, y al final uno no sabe lo que tiene entre manos. Y refiriéndonos a personas, a relaciones con esas personas en concreto, siempre es mejor, si no saber (que por mucho que sepas, todo se está moviendo, insisto), al menos, ir sabiendo algo acerca de quien se te pone delante de los ojos del corazón. La cosa es que si todo es tan bailón y frágil como una gran pompa de jabón, si todo va teniendo unos contornos tan indefinidos y caprichosos, uno no se siente en posición de hacerse una idea de la verdad… Mejor hacer un apaño y que las cosas tengan un aire aceptable de veracidad. Así está todo (y uno mismo) mejor posicionado para el día a día, que a veces te viene apenas como una sucesión de gatillazos temporales in(ter)dependientes… Mejor plantarme delante de alguien como tú con el espíritu aceptablemente pertrechado para los vaivenes y caprichos de lo mudable. Y lo mejor de todo ese movimiento, del tuyo, del mío, de lo que nos rodea y de lo que nos rellena, es que te pienso, te siento en los mismos lugares e idiomas que puedo encontrar en el corazón, pero veo que, felizmente, estoy abandonando los dejes y entrecortamientos del enamorado, con sus prisas desbocadas, con sus obligaciones inventadas y necesidades innecesarias, con su látigo irracional. Sí, ahora te pienso, te siento dentro, sin peso, en mi camino hacia la serenidad. Te pienso y te siento desde ventanas distintas, desde otra hora de la tarde. Pero sé que cuando todo está en movimiento, un amor gaseoso consigue irse expandiendo y encontrado acomodo dentro de ti en todos los pliegues internos, en todos los rincones nuevos que se te van formando, de manera que realmente no importa que vayan sucediéndose los cambios de paisaje, no importa si un pie está en el invierno y otro en un purgatorio, no importa que se pase del color al frío, del negro a la afirmación de la vida que se sostiene a sí misma. No importa nada, cuando todo se está moviendo y has conseguido mantener a salvo tu tesoro más preciado, el que mantiene tus puertas abiertas de par en par.



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