1 de marzo de 2011

Confesión.

Mucho tiempo al día queriendo ser escritor, casi ningún tiempo escribiendo. Mi confesión.
No sé si soy un vago disfrazado de deprimido, o un fantasma sin talento ni empuje mareando la perdiz. El otro día leí en "Malas Ventas" de Alex Robinson (no recuerdo qué volumen), que había uno que estuvo quince años escribiendo para darse cuenta -sólo entonces- de que no tenía talento para ello. Como es natural, se planteó seriamente dejarlo, pero no podía: a esas alturas ya tenía una fama que mantener...
Ay, la fama. De entre todas las leyendas mitomaníacas que te dirigen cuando empiezas a atreverte a decir que quieres ser artista o algo así -que no vas a estar en el camino de hacer algo de provecho con tu vida, vamos- pues lo primero que te sueltan es lo de que tú lo que quieres es ser famoso. Yo siempre me he quedado un poco a cuadros, porque, lo de ser famoso... se puede ser tristemente famoso, no? Por no decir que famoso, me parece que es más de estar que de ser... En fin, no me quiero desviar...
Lo de descubrir lo del talento, pues no hay un termómetro para eso, y quién dice que lo tengas o no, y que es importante o pertinente o deseable el tenerlo. ¿Y para qué? ¿O para quién? Cuando yo era chico, tener talento era no hacer ruido, no ensuciarse mucho, no decir palabrotas, y sobre todo, decir que no tienes hambre cuando vas con tu madre de visita y te ofrecen una clase de galletitas superbuenas que NUNCA has visto en tu casa. Oye, ese talento yo no lo entendía, porque ¿cómo puede considerarse bueno algo que te obliga a negar lo que eres o lo que quieres? Y el talento relacionado con las artes, pues tampoco lo entiendo mucho, la verdad. ¿Y cual será mi caso? Nadie espera mis cosas. A lo mejor, en algún recóndito hueco de mi interior, las estoy esperando yo, aunque no se lo estoy diciendo a nadie. Me obligo a un tiempo fijo de biblioteca cada día, y así, con esas sobras voy alimentando mis ínfulas. La mayor parte del tiempo leo cosas que quiero considerar constructivas, que me llevarán a algo, quiero pensar. Pero la verdad es que últimamente, cuando me ha dado para escribir algo más atrevido que una nota, creo que el máximo provecho ha sido la gimnasia de una buena letra y una mínima limpiada de conciencia de un par de folios, como mucho. Y no tengo fe en esperar que poniéndoles fechas al pie, añadan con el paso del tiempo una pátina de decencia a todo esto.


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2 comentarios:

  1. Quizá el deseo eclipse el motivo por el que empezaste. Quizás el sentirte incómodo en la horma del prototípico talentoso oficial te haga dudar. Pero no. No eres un intruso. No eres un impostor.
    Compartimos parálisis, es el momento que nos ha tocado vivir, es nuestra weltanschauung:
    http://www.youtube.com/watch?v=UXziurFkQxM

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  2. Tú lo has dicho bien, no es fingido mi malestar. Pero escribiendo puedo analizarlo, y también la parálisis, y así se superan. Así se encuentran nuevos elementos con que construir algo ÚTIL. A lo mejor ese es el sentido...
    Gracias!

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